Despues de dejar pasar la corriente, mi presa se cerro y la cantidad de agua retenida fue en aumento poco a poco.
Atraves de la ventana de mi castillo de tres torres, contemplaba el arido paisaje que me llevaba hasta el mar.
No habia arboles ni arbustos, alguna ligera duna y restos de grandes animales marinos yacian en su orilla.
Por fin despues de mucho pensar y de estudiar los pros y contras, decidi aventurarme e intentar llegar al mar.
Abandone mi fortalece de tres torres y atabiado con mi trajedebaño de rayitas y un perfecto gorrito comence a gatear por esa tierra tan caliente y tan peligrosa.
La mirada iba de lado a lado, atonito a lo que podria pasar en mi rededor, llegue a una zona mas fresca en la que la arena tenia otra consistencia, aqui ya se gateaba mejor.
Encontre un resto de esos monstruos marinos, con el tiempo supe que eran conchas de vieiras, muy tipicas entre los peregrinos. Y luego otra, y una tras otra, al principio las guardaba, como tesoros, pero al fin decidi amontonarlas para luego mas tarde, volver con mi cubo y mi pala y llevarlas a guardar a mi castillo de tres torres.
Mi pie humedo me hizo girar y la vi, por lo menos 3m de longitud espumando se erguia frente a mi una ola marina, eche las manos sobre mi cabeza a modo de proteccion, pero la ola rompio fuerte sobre mi cuerpo y me senti arrastrado hacia su interior, mis manos eran arrastradas hacia el fondo del mar mientras mis dedos rescrebajaban las blandas arenas.
Unas manos me agarraron de la cintura y senti lo que es volar, cuando gire la cabeza estaba alla, como siempre.
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